martes, 10 de febrero de 2009

ALGAS: esas grandes desconocidas

Hoy se conocen más de 24000 especies de algas, de las cuales solo unas pocas se utilizan para la alimentación o con fines medicinales. Conocidas como “las verduras del mar”, en países como Japón forman parte de la dieta diaria desde hace miles de años. Pero las algas no son algo exótico que viene de países remotos. Por ejemplo, en las costas de Redondela (Pontevedra), podemos encontrar algas típicamente atlánticas como el espagueti de mar, el musgo de Irlanda y el fucus. Aunque se pueden tomar en forma de suplementos dietéticos, lo más sencillo y eficaz es añadirlos a la dieta diaria.

BENEFICIOS DE SU CONSUMO:

Son muy ricas en vitamina E (antioxidante) B12 (que suele faltar en las dietas vegetarianas) y provitamina A o betacaroteno (fundamental para retrasar el envejecimiento y proteger la piel y las mucosas de los radicales libres.
Contienen más fibra dietética que ningún vegetal, lo que ayuda a controlar los niveles de colesterol y previene la obesidad, el estreñimiento, las hemorroides, el cáncer colonrectal y otros trastornos del aparato digestivo. Son muy eficaces en regímenes de adelgazamiento.
Estimulan el metabolismo y las glándulas secretoras, la limpieza del sistema linfático, la eliminación de ácido úrico, grasa superflua y toxinas de la sangre.
Fortalecen el sistema inmunitario, son tonificantes y protegen la piel y el cabello.
Son una excelente fuente de proteínas vegetales, muy digestibles y que aportan todos los aminoácidos esenciales. Además no contienen colesterol, grasas saturadas, pesticidas ni hormonas.
Estimulan, revitalizan y nutren la piel.
Son diuréticas, combaten la pesadez de piernas y la mala circulación.

MOTIVOS PARA CONSUMIRLAS:

Todos los beneficios que aportan a nuestro organismo.
Son un alimento muy versátil.
Es una forma de sorprender y hacer cada comida más innovadora.
Es otra manera de aportar vitaminas y minerales a nuestra dieta.
Hay muchísimas, fijo que hay alguna que te gusta.
Se pueden cocinar de mil maneras, incluso se pueden comer sin percibirlas.

viernes, 6 de febrero de 2009

jueves, 5 de febrero de 2009

El zumo de naranja

El zumo de naranja es líquido obtenido de exprimir el interior de las naranjas (Citrus sinensis), generalmente con un instrumento denominado: exprimidor .
El mayor exportador de zumo de naranja es Brasil, seguido de Estados Unidos (principalmente Florida). Los usos culinarios del zumo de naranja son diversos, predominando su uso como refresco.

El zumo de naranja es un producto alimenticio complejo compuesto de diversos ingredientes, hoy en día puede adquirirse exprimido en envases de tetra brick en casi cualquier supermercado.

El zumo de naranja fresco tiene un sabor frutal y ácido. Contiene gran cantidad de
vitamina C (ácido ascórbico). Algunas fábricas añaden ácido cítrico o ácido ascórbico a sus productos, además de otros nutrientes como el calcio y la vitamina D. [] La calidad del zumo de naranja se ve influenciada principalmente por factores microbiológicos, enzimáticos, químicos y físicos, que suelen ser los que comprometen las características organolépticas (aroma, sabor, color, consistencia, estabilidad, turbidez y separación de las fases sólidas/líquidas) así como las características nutricionales (vitaminas). En conjunto estos factores y sus alteraciones se producen durante la cadena de refrigeración, distribución y almacenamiento del producto.

Sobre las propiedades microbiológicas se pueden controlar con procesos térmicos que disminuyen las poblaciones tales como la
pasteurización. Con este tratamiento se previenen sobre todo las bacterias lácticas de las que afortunadamente se puede decir que presentan una resistencia baja a los tratamientos térmicos. El zumo de naranja se considera un alimento ácido (de pH bajo[]) y es por eso que el tratamiento térmico difiere de la leche. [][]No obstante existen algunos hongos que pueden sobrevivir a pH bajos como el Byssochlamys y que pueden deteriorar el sabor final del producto.

Entre los factores químicos a destacar de esta bebida se encuentra la naturaleza oxidativa del zumo de naranja (similar a la de los demás cítricos) debida a la vitamina C que obliga a envasar en un tiempo limitado para no verse afectado el sabor.
Uno de los usos culinarios primordiales del zumo de naranja es como refresco y es muy empleado en muchos desayunos del mundo: es parte del famoso desayuno inglés. Se emplea en la elaboración de algunos cocktails como el destornillador, el Feuerzangenbowle (ponche navideño en alemán), la sangría, el agua de Valencia (mezcla de cava y zumo de naranja). Su carácter ácido se emplea en la elaboración de salsas como la salsa rosa o en preparaciones como el ceviche o algunas vinagretas para ensaladas. A veces se emplea en la preparación de alimentos como un ingrediente más, por ejemplo, la torta Baja California de México.

La naranja posee altas concentraciones de vitamina C y sustancias con actividad prebiótica. Uno de los efectos beneficiosos de la naranja más conocido por los consumidores es el papel que desempeñan en la potenciación de la inmunidad. Destaca la concentración en vitamina C y su capacidad para prevenir procesos víricos banales, como los conocidos resfriados. Pero no sólo es importante esta vitamina, sino que tiene sustancias con destacada actividad prebiótica. Hasta hace unos años, poco se conocía sobre los alimentos prebióticos. Hoy en día, existen diversos alimentos elaborados a base de estos principios en cualquier supermercado.

El éxito de las sustancias prebióticas se debe a los efectos positivos de los componentes especiales de sus fibras dietéticas en la flora microbiana del tracto digestivo. Varios grupos de investigación están estudiando la posibilidad de que estas sustancias desempeñen un papel importante en la prevención del cáncer de colon. La naturaleza ha diseñado el medio gástrico e intestinal de forma que destruya y elimine los microorganismos que ingerimos con la comida. Sin embargo, parte de las bacterias prebióticas del ácido láctico sobreviven al paso por el estómago y el intestino delgado, para alojarse en el intestino grueso, donde desarrollan una actividad positiva si se ingieren con regularidad.

En el caso de la naranja y su zumo, parte de la fibra posee esa acción prebiótica. El gran interés que despierta se centra en que el consumo regular permite el crecimiento de los microorganismos beneficiosos de nuestro colon, lo que indudablemente puede redundar en beneficios para la salud a largo tiempo.

Los antioxidantes pueden capturar y neutralizar algunas sustancias susceptibles de deteriorar el material genético mediante la oxidación. De esta forma, la vitamina C actúa en el líquido intracelular, lo que facilita reducir la actividad oxidativa, en el mismo momento que se inicia la formación de sustancias oxidantes muy activas, como el oxígeno y el peróxido de hidrógeno.

La vitamina C, al frenar la oxidación, tiende a degradarse muy rápidamente por acción del oxígeno del aire o la luz. En este sentido, un zumo recién exprimido mantiene sus propiedades unos minutos después de ser obtenido. Sin embargo, si lo guardamos en el frigorífico, es posible que consigamos mantener sus propiedades media hora, pero más allá de ese tiempo se habrá perdido una parte muy significativa de su actividad antioxidante.

Por este motivo, especialmente en los zumos envasados, los envases de consumo individual pueden ser una buena solución ya que consiguen mantener las propiedades nutritivas y que no se pierda su valor biológico.

Las variedades de naranja más conocidas son Navel, Navelina, Navelate, Sanguina, Salustiana y Valencia late. Pese a que el destino principal de la naranja es el consumo humano directo, sus subproductos como el aceite esencial también son muy apreciados. Uno de los residuos que genera la naranja, la cáscara, suele aprovecharse para extraer aceites esenciales y también para secarse al sol. Este proceso suele acabar en alimento para el ganado, especialmente porcino y vacuno, como pienso.